La villa de Pioz perteneció a la poderosa familia de los Mendoza, siendo el cardenal Pedro González de Mendoza quien hacia el año 1460 encargó la construcción de esta magnífica fortaleza. La obra se le ha atribuido al reconocido arquitecto Lorenzo Vázquez (autor del palacio de Cogolludo o del castillo de La Calahorra).
Una vez iniciada la construcción del castillo la villa pasó a poder del noble Alvar Gómez de Ciudad Real el viejo, secretario de Enrique IV quien la cambió con los Mendoza por la villa toledana de Maqueda. Durante su señorío concluyeron las obras del magnífico castillo, ya a finales del s. XV. Desde entonces sirvió esporádicamente como residencia para algunos miembros de esta familia, y aunque tuvo alcaide, nunca tuvo un uso continuado ni, a pesar de su fiero aspecto, hechos de armas reseñables.
El castillo es interesante por cuanto combina características del último gótico con las nuevas tendencias renacentistas.
Consta de un recinto principal de gran altura y notable fortaleza rodeado por una magnífica barrera artillera que fue construida algo más tarde que el recinto principal. La barrera está parcialmente oculta en un profundo foso con escarpa y contraescarpa en talud. El foso se salvaba mediante un puente levadizo del que se conservan los estribos.
Lo más interesante del recinto principal es, sin duda, la imponente torre del Homenaje que presenta una inusual planta circular al exterior y cuadrada al interior y a la que se accedía también por un pequeño puente levadizo de contrapesos del que se conservan las huellas.
El interior del castillo se encuentra hoy vacío y abandonado, ha habido recientemente excavaciones arqueológicas que han dejado al descubierto una planta subterránea en la que se aprecia la compartimentación original, pudiendo distinguirse cuadras, pesebres y otros elementos como muros o arcos.
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